Curso Online con encuentros semanales en vivo. Se propone un recorrido a través de la obra de D. Winnicott abordando sus conceptos teóricos centrales relativos a la constitución subjetiva así como su propuesta clínica, destinada a favorecer la comprensión y el tratamiento de los síntomas actuales.
¡Oh dios, haz que esté vivo cuando me muera!
D. Winnicott
Hay psicoanalistas que practican bien el psicoanálisis, mantienen la neutralidad, promueven la asociación, etc. Hay otros que llevan su práctica de un modo poco ortodoxo, digamos original, que se involucran y se implican en la cura. No temen ser juzgados por sus colegas como "poco análizados" o "mal analizados". Es la clínica del fracaso como posibilidad de que surga alguna alteridad, un otro por primera vez.
Winnicott se implicaba, como él decía, "con la panza". Lo criticaron, por supuesto, mas él no retrocedía ni se escondía tras la teoría ni tras la neutralidad cuando era arrojado por sus pacientes a zonas recortadas de su historía. Tal es la "clínica del sostén", como le decimos ahora, que él representaba y promovía.
Winnicott hacía un llamado a una clínica no defensiva y convocaba a salir al encuentro del paciente. Esto no quiere decir que había que responder a sus fantasías omnipotentes ni conducirse de un modo exageradamente permisivo o empático.
No se trata de eso: el sostén en el que él hacía hincapié tenía que ver con una posición ética del analista frente a la interferencia en el tratamiento analítico. El sostén del cual Winnicott hablaba hace referencia al hecho de no traicionar, no jugar un doble juego con el paciente, no librarlo a los confines negados de la propia historia no tratada. El sostén tiene que ver, en definitiva, con integrar las interferencias en el lazo sin defenderse de ellas.
La presencia de la que Winnicott habla es la de tomar posición, implicarse con la propia historia. Allí, el analista es testigo por primera vez de lo borrado, de ese horror sin nombre normalizado y que el paciente trata con familiaridad.
Su clínica era apasionada. Él tenía la misma necesidad que el paciente de inscribir lo que no cesa de no inscribirse. Es la clínica de hacer lo impensable en psicoanálisis, que es hacer un juicio y no desde el lugar seguro de la teoría sino implicado en lo que Davoine llama las zonas catastróficas propias, usando la interferencia como una posibilidad distinta de responder distinto, es decir de responder implicados y no neutrales.
La neutralidad aquí, en estas zonas catastróficas, tiene más tinte de complicidad y banalización del mal. La clínica de Winnicott es una clínica distinta de la de la neurosis. No es la clínica del inconsciente reprimido que retorna y que tiene tiempo y hay un tiempo que es pasado.
La clínica de Winnicott se ponía en juego con pacientes que habían quedado suspendidos. Donde el reloj había quedado detenido, no hay un pasado, hay una detención donde la herida no cesa, el pasado es siempre presente continuo y las alertas están siempre activadas en modo presente, es la clínica de la locura, del trauma, de la perversión como lazo y donde el otro no hay porque no tiene ley.
Davoine lo dice de otro modo, plantea el trabajo del analista en la locura en una posición de lealtad, de no traicionar al otro, no abandonando en el frente, en tanto y en cuanto la locura tiene que ver con haber sido traicionado por la ley.
Winnicott define al trauma como catástrofe histórica y a la locura como investigación de una zona que es catastrófica porque no hay otro, no hay lazo. De nuevo se repite la fórmula: abandonar es no tomar posición, no implicarse en lo escuchado. La neutralidad, desde esta perspectiva, será tenida en cuenta como complicidad con la instancia perversa.
La clínica de Winnicott tiene una lógica distinta a la de causa y efecto. También considera un tiempo distinto al cronológico; no responde al orden de tiempos que ordenan la cotidianidad. Tampoco hay memorias porque no hay tiempos: es una lógica de la mostración y del testigo, mostración que no es mensaje pero que va dirigido a ese costado nuestro que resuena con la historia del paciente, que toca la propia zona catastrófica. Allí, en palabras de Davoine, "si no se está paralizado por el miedo se puede surgir como un otro".
En palabras de Winnicott ser movido al encuentro con su paciente desde los escondites, encuentro que puede ser una posibilidad de un fracaso que se revive y donde en esta ocasión quizás por primera vez hay un otro que sostiene.
La de Winnicott es una clínica que cuestiona al psicoanalista: ¿Se implica? ¿De qué manera lo hace? ¿Se paraliza? ¿Dónde se esconde? Es una clínica que señala la huida. Por momentos se piensa que por ser infantil es linda, pero es una clínica de la incomodidad, de lo desalojado, del horror y sobre todo de su soporte, de no retirarse... es la clínica del juego como posibilidad de lo espontáneo, pero no la del doble juego y las traiciones, es la de entrar de frente y sostener.
